Tantas casualidades (no tan casuales) fueron las que llevaron a la apertura de la exhibición Índigo, el color de mi alma.
Un viaje a India.
Una vidente que me indicó el color de mi alma y mi deseo de exponer lo que sale de ella.
Una búsqueda por un espacio y una prima pérdida que me guío al espacio indicado, Galería Casa 936.
936.
El numero de mi alma es dos veces tres: seis.
Las almas no solo tienen color pero también tienen numero, o así me lo indico la vidente.
Nací el 6 de septiembre (9) de 1993.
936.
Todas las fichas se alinearon y así fue como Índigo, el color de mi alma vio la luz del mundo. Índigo siempre estará conmigo, pues me es imposible separarme de mi alma. Sin embargo, la exposición de dicho color ha llegado a un fin.
Y así como algo se cierra, algo magnífico se abre.